Tercera Bitácora
Esta semana en cuestión de seguridad
hubo bastantes estímulos de diferente índole, lo que hace un poco más
complicado hacer un análisis holístico, entonces intentaremos hacer un análisis
de coyuntura a coyuntura. En cuestión de fuerza pública, encontramos la captura
de uno de los delincuentes más buscados del país, pero por parte del ejército
nacional y el GAULA, lo que pone de manifiesto que el monopolio de la fuerza
física para garantizar la seguridad no es exclusividad de la policía nacional,
ni siquiera en Bogotá.
En respuesta a los
acontecimientos de esta semana, quisiéramos partir de una discusión acerca de
aquello que comúnmente se entiende como orden publico refiriéndonos
principalmente a los hechos ocurridos en la calle del Bronx, los cuales no
consideramos un problema, sino la manifestación de un problema ¿a qué nos
referimos? La cuestión es que en el marco de estos fenómenos no podemos suponer que estos hechos sean en sí
mismos el problema que deba atacarse ya que si lo hacemos de esta manera
estaríamos desconociendo las bases sociales que reproducen este tipo de
sucesos. Debemos tener en cuenta que si bien el orden publico es una
responsabilidad pública del estado, ésta se fundamenta en que le han entregado
los monopolios para garantizar, la justicia, la fiscalización, la violencia, la
capacidad legislativa posibles solo a través de los medios y mecanismos que el
estado establece, supone que ningún
individuo podrá ejercer su voluntad por encima de la ley protegiendo así los
acuerdos morales de la sociedad. En el caso del Bronx (explicándolo a grandes
rasgos) consiste en que el estado es incapaz de hacerse de estos monopolios; no
puede hacer efectiva la lay, aun disputa el monopolio de la violencia y de
ninguna manera podría considerarse legitimo en el ámbito de estos espacios. Así
el problema del territorio, de la forma en que suponemos el territorio, resulta
de que no basta con que el estado y la lay lo definan, depende también de los
sujetos que lo habitan y de la forma como ellos se entienden y relacionan con
los valores supuestamente legítimos y
consensuados. Entonces en un contexto en el que no todos los individuos que
componen la sociedad se guían por los mismos principios asociativos, lo que
sucede es que la sociedad deja de ser, se resquebraja, ya que es inexistente el
supuesto contrato. Pero en Colombia y en los sistemas capitalistas en general
el problema es que esta ruptura no implica necesariamente una desarticulación
respecto del sistema económico y
político, sino que más bien se establecen nuevas relaciones de índole cultural,
ya sea la lucha, la alianza, la
coexistencia, etc.
La calle del Bronx, que mas allá
del narcotráfico, nosotros la consideramos como un atentado contra nuestros
acuerdos de dignidad mínima para el hombre, mas allá de la libertad o no de estos
hombres de vivir de determinada manera, nos parece cuestionable que a la moral
general parece importarle el tema en términos de seguridad y narcotráfico y
cuando ocurre un hecho violento al que los medios acuden, pero parecen
acostumbrados a ver qué gente mas allá de la noticia vive en condiciones
innombrables el día a día.
Además podría verse el efecto de
los CAMAD en relación con este hecho, pues se propone desde la alcaldía, como
garantía de seguridad y forma de desarticular, desde la no violencia, redes de micro
tráfico al eliminarse al jibaro, que es centro de la comercialización de los
alucinógenos. Entonces se entendería la articulación de los CAMAD como la
acción de una política pública que se refiere a derechos y seguridad sin
implicar violencia, en sectores que precisamente están en tensión por la
simetría del poder entre la población y la fuerza pública y donde el aumento de
la fuerza física y pública puede aumentar el volumen de la lucha, que no sería
un evento positivo para Bogotá.
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