Novena Bitácora
Ésta semana se
han visto varias noticias con referencia a la festividad de Halloween y el
cuidado y atención a los niños principalmente. Se establecen medidas como el
Toque de Queda para evitar el consumo de sustancias psicoactivas y bebidas
alcohólicas por parte de esta población; en bitácoras anteriores hemos mencionado
que al haber disminución en la cantidad de menores de edad en las calles los
índices de violencia y de inseguridad se ven disminuidos, el problema no es que
estén o no en la calle, dichas medidas correctivas o preventivas no son del
todo eficaces puesto que no se erradica el problema de una manera precisa.
Si
un menor es atrapado robando se procede a llamar a sus padres y establecer
multas, si los padres no se presentan el menor llegaría a Bienestar Familiar;
después, el individuo se llevará un castigo leve que será prontamente olvidado
–si es menor y sus padres lo reprenden-. La misma situación pasa con los
mayores de edad y personas judicializadas, se procedería a llevarles a una
Unidad Permanente de Justicia (UPJ) y posteriormente a la cárcel. De nada sirve
que retengan la libertad de un individuo si al salir nuevamente a la calle esta
persona seguirá delinquiendo, incluso hasta “sabiendo nuevas mañas”. La
justicia y el sistema penal Colombiano debe ser correctivo, pedagógico y
educativo, de este modo es más probable una verdadera re-socialización del
individuo.
El sistema y
la forma en que se trata a los capturados también deber ser optimizado, las
estadísticas muestran que diariamente en Bogotá se reportan 133 casos de hurto,
también se sabe que 3 de cada 10 personas informan que han sido robados o
violentados, esto corresponde a que la ciudadanía no tiene plena confianza en
la justicia del país, por lo que prefiere no denunciar los robos, 8 de cada 10
personas piensa de ésta manera.
Por otro lado
se muestra que 8 de cada 10 detenidos por múltiples causas en la capital son
liberados nuevamente, sin más que un nuevo evento en el expediente sin más,
pueden quedar en libertad individuos acusados de crímenes como asesinato, por
falta de pruebas; y en contraste a lo anterior, una persona inocente puede
pasar hasta 20 años en la cárcel mientras se determina si es culpable o no.
Desde que la
sociedad colombiana siga sin la conciencia de este tipo de eventos, y mientras
la ley y la justicia sigan en su sueño –espero no sea eterno- Bogotá seguirá
siendo una de las ciudades con mayores índices de hurtos, corrupción y con uno
de los sistemas penales más ineficaces de Latinoamérica.
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